Víctor Balaguer (en el seu llibre Historia política y literaria de los trovadores (1878-1879)), impregnat de romanticisme, ens dona una visió arrauxada i novel·lesca de Guillem de Berguedà:

He aquí un trovador catalán que, a ser bien conocida su historia, sería una magnífica figura para dramas, novelas y leyendas. Lo que de su vida pública se sabe, lo que de sus aventuras ha podido rastrearse, lo que de sus propias poesías se desprende, nos lo presentan, no como un tipo bueno y simpático ciertamente, sino como un hombre audaz, aventurero y turbulento, de un valor indomable, de un cinismo hasta el exceso, de una osadía sin limites, que á todo se atrevía y todo lo intentaba, á quien le sucedió alguna vez convertir su espada de caballero en puñal de asesino, y casi siempre su canción de trovador en sangrienta y asquerosa sátira, para quien no había nada seguro; nada digno de respeto, ni la santidad del hogar, ni el sagrado del templo, ni la reputación del hombre, ni el honor de las damas. Pertenecía a una familia célebre de Cataluña, a la de los vizcondes de Berga; fue señor del castillo de Bergadá, tenía títulos y honores, ingenio y caudales; valor y nobleza, y pudiendo ser el primero, prefirió ser el último. Deshonró su nombre, lo arrastró por el lodo; disipó sus riquezas, gastó su vida en las orgías; fue caballero y bandido, estuvo preso y proscrito, fue jugador, duelista y pendenciero, noble jefe de huestes aguerridas y verdadero capitán de ladrones en camino real; fue también el don Juan del siglo XII en Cataluña; escaló un convento para llevar á cabo el rapto de una monja; asesinó a un padre porque no quiso darle la mano de su hija; tuvo amores criminales con la mujer de su hermano para luego deshonrarla en sus poesías; hizo de su talento poético una arma para herir á aquellos de sus enemigos que no podía alcanzar con su espada ó su puñal, y acabó su vida á manos de un oscuro soldado, quizá en algún lance de taberna ó en alguna aventura de deshonrosos amores.

Dins El Ripollès dels trobadors